Atentados contra la vida y una tristeza que parece no tener fin




Foto: Penguin Random House

Por Angélica Ferrer

Hay momentos donde la realidad rompe nuestros límites. Estamos expuestos a un sinfín de estímulos a través de las redes sociales, los medios de comunicación y nuestro andar al ir hacia el trabajo o volver a casa. En un afán de hacer una "desintoxicación" de una tajada de estos estímulos, podemos omitir ciertos aspectos de nuestra vida que, sin darnos cuenta, podrían mermar, aún más, nuestra paz.

Esto es lo que vive Gabriel Medina, el personaje principal de la novela El fin de la tristeza, del autor venezolano Alberto Barrera Tyszka (Random House, 2024). Cansado de una existencia bajo presión, el treintañero tiene una regla: no leer ni ver noticias.

Sin embargo, un día, al salir del metro en la estación Capitolio, en Caracas, su vida da un vuelco: ve a Inés por primera vez, aquella que esconde un destello gris en la mirada y, a los minutos, observa la televisión de un aparador. En la imagen está la psiquiatra Elena Villalba, de quien es paciente.

A partir de ese momento, Medina, un geógrafo que se desempeña como oficinista en el Departamento del Archivo Principal de la Secretaría Central de Registros y Notarías, pasa de tener una existencia gris a inmiscuirse en una trama compleja, ya que Villalba está acusada de provocar el suicidio de varias personas que acudían a su consulta.

A través de 206 páginas, el también autor de Patria o muerte (Tusquets, 2015) muestra una cruda y, a su vez, compasiva mirada sobre las personas que deciden terminar con su vida. Conocemos de cerca sus pensamientos y parte de su entorno antes de tomar esa decisión.

De la mano de Gabriel Medina también percibimos la desesperanza de la sociedad y la ineficacia del sistema de justicia, hechos que pueden aplicarse a cualquier nación de América Latina (vivo en México y la historia puede encajar perfectamente aquí), la difícil relación con la familia nuclear y las dificultades para entablar relaciones de amistad y sexoafectivas.



Pero hay un aspecto que Barrera Tyszka acentúa y no pasa desapercibido, que es el acoso a través de las redes sociales y el surgimiento de youtubers que, en ocasiones, sin formación alguna y, mucho menos, ética, pretenden monetizar la tragedia ajena.

Para este fin, el autor crea a Roco-Yo, un famoso realizador en plataformas digitales, quien inicia una campaña contra la psiquiatra de Medina, a quien llama "Doctora suicidio". Esto lleva a un escarnio público hacia Villalba, lo que la lleva a tomar medidas desesperadas. A la par, el influencer revictimiza sin tacto alguno a quienes cometieron suicido.

En esta novela llena de suspenso, cada uno de sus personajes hace un atentado contra su vida o contra la existencia de alguien más. No es necesario que sea alguien que decida morir; simplemente, la omisión de un problema aún más grave, lleva a un ciclo donde, al parecer, la tristeza jamás concluirá.

Para entender este punto, la recta final es fundamental porque descubriremos que, después de todo, nada volverá a ser como antes. ¿Acaso también estamos acabando con nuestra existencia al no querer ver la realidad?

NOTA AL CALCE:

Si un ser querido o tú sienten que los problemas les abruman, no están a solas. Aquí dejo un artículo que escribí con teléfonos de ayuda psicológica y pasos a seguir en esta situación: https://businessinsider.mx/dia-mundial-prevencion-suicidio-ayudar-personas/

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